San José, tú que fuiste artesano y un gran trabajador,
las clases obreras deberían verte
como un modelo para las clases trabajadoras de nuestros días.

Así como son ellas, tú te ganabas el pan con el sudor de tu frente,
y tus manos se endurecieron manejando las duras herramientas.

Las clases obreras de estos nuevos tiempos no quieren mirarse en ti,
por seguir malos ideales con que perturban su cabeza los falsos redentores.

Te pido por ellas y por su suerte,
y que rápidamente se restauren sus derechos en Cristo
para que sigan por el buen camino, y puedan ser mejores trabajadores.

Te suplico, Santo obrero, por esas clases olvidadas, pide por ellas a Jesús,
que fue tu compañero de taller, para que puedan volver al buen camino
y consigan el sustento para sus familias.
Amén.

Hoy venimos ante ti, glorioso San José, porque eres nuestro protector en la tierra,
porque eres el que sabe el valor que tiene el trabajo y que le das respuesta a nuestro llamado.

Por tu Santa Esposa, la Inmaculada Virgen Madre de Dios,
y por el amor paternal que diste a nuestro Señor Jesucristo,
te pedimos nos auxilies en nuestras necesidades y nos fortalezcas en nuestros trabajos.

Con la promesa de que realizaremos de forma digna nuestras tareas diarias,
te pedimos que nos alejes de caer en el pecado, en la avaricia, de ser un corazón corrupto.

Conviértete en el guardián de nuestro trabajo, sé nuestro defensor
y danos fortaleza contra la injusticia y el error.

Seguiremos tu ejemplo y buscamos tu ayuda.
Auxílianos en todos nuestros esfuerzos,
para así lograr junto a ti el eterno descanso en el Cielo.
Amén.

Bendito San José, ejemplo para todos los trabajadores, consígueme el favor de trabajar con un espíritu penitente para remediar mis pecados; para trabajar de una forma consciente, anteponiendo siempre el deber a mis tendencias e inclinaciones.

Permite que trabaje con agradecimiento y gustoso, siendo para mí un honor utilizar y desarrollar en mi trabajo los dones que Dios me ha dado; para trabajar con orden, paz, moderación y paciencia, y nunca desmayar ante el cansancio y las dificultades.

Te pido que me ayudes a trabajar, con pureza de intención y desprendimiento, que siempre tenga presente la hora de la muerte y las cuentas que tengo que entregar a Dios por el tiempo que he perdido, por los talentos desperdiciados, por la omisión de buenas obras, y la vana complacencia por el éxito, que son tan malas para el trabajo de Dios.

Te pido, San José, que escuches mi oración y me ayudes a lograr lo que en ella te pido.
Amén.